lunes, 8 de diciembre de 2008

Un corcel llamado "Noche"



-Todo lo que recordaba aquel viejo indio, formaba parte de la historia olvidada de América. Sentado a la sombra del centenario árbol mientras afilaba con su machete una rama seca cogida al azar del suelo, se limitaba a revivir una y otra vez lo que sus ancestros le habían transmitido en forma de leyendas mas o menos ciertas. De entre todas ellas, recordaba con especial cariño la que su abuela le contó una clara noche de primavera al pie de la fogata:
-Pocos mortales saben, que el paso del día a la noche, se hace siguiendo las invisibles huellas, que un corcel llamado “Noche” deja tras él cuando galopa veloz alrededor de todo el mundo. El caballo pasa veloz sobre nuestras tierras sin que nada ni nadie pueda detenerlo, pero cuando anochece, todos saben que ha estado allí. Cuentan los ancianos, que “Noche” va al galope para ayudar a todas las tribus a descansar tras un día de caza, o a esconderse de los depredadores (ya sean animales o humanos) mientras éstos les acechan guareciéndose en la oscuridad.
-La edad te da una visión de las cosas, muy distinta a la que tus abuelos te enseñan de pequeño. Pero ahora, aquel anciano, sentado en el suelo asfaltado de aquella reserva, miraba al cielo esperando cada atardecer, poder ver a ese corcel llamado “Noche” para pedirle que le permita irse con él. De ese modo, por fin, volvería a sentirse libre, volvería a notar la brisa de las montañas en su rostro.

-Aquella noche, el anciano desapareció sin dejar rastro.

-Tal vez “Noche” ya no galopa en solitario, tal vez un viejo indio es ahora su jinete.